La peligrosidad de un humidificador ultrasónico depende de varios factores, como la frecuencia de uso y, sobre todo, el contenido del agua del depósito. Muchos prospectos recomiendan poner sólo agua destilada o de ósmosis inversa en los aparatos. Sin embargo, casi una cuarta parte de los encuestados respondieron a los investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. que suelen llenar los humidificadores u otros dispositivos respiratorios con agua del grifo.
Los estudios de Dietrich descubrieron que cierta agua del grifo puede emitir neurotoxinas, como arsénico y plomo, que pueden permanecer en el aire. Estas sustancias químicas son seguras para beber en las cantidades presentes, pero puede que no sea así cuando se respiran.
“Analizamos la cantidad a la que nos expondríamos si bebiéramos agua o respiráramos el aire de un humidificador durante ocho horas al día”, explica Dietrich. “No sólo inhalas más cantidad, sino que los riesgos son mayores porque son más tóxicos cuando se inhalan”.
Incluso minerales como el calcio y el magnesio, que son saludables cuando se ingieren, pueden ser peligrosos para las vías respiratorias. “Los pulmones no fueron diseñados para estas partículas, que pueden obstruir los conductos pulmonares y dificultar la respiración”, afirma Dietrich.
La mayoría de las sustancias químicas de un humidificador ultrasónico permanecen cerca del aparato, pero algunas se desplazan por la habitación, cerca de donde podría estar situada la cama. Los niños son especialmente sensibles, ya que inhalan más aire por peso corporal que los adultos. Uno de los estudios de Dietrich modeló las exposiciones habituales a los humidificadores y descubrió que pueden provocar niveles inseguros del metal manganeso en el cerebro y los pulmones de los niños cuando se utilizan en habitaciones pequeñas con poca ventilación.