Un equipo del Instituto de Biogeoquímica y Dinámica de Contaminantes de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH) desarrolló un modelo tridimensional para estudiar la extensión de la acidificación en los océanos. Según los científicos Jens Müller y Nicolas Grube, este modelo replica las dinámicas de los océanos y examina el impacto del dióxido de carbono (CO₂) atmosférico sobre las profundidades marinas contaminadas.
El estudio confirma, de acuerdo a los autores, que las emisiones de carbono no solo calientan la atmósfera, sino que también afectan al agua del mar. Este proceso, similar al que da un sabor ácido a las bebidas carbonatadas, ha generado problemas para diversas especies marinas. “Los corales, en particular, han sufrido un alarmante deterioro en su población”, explicaron los investigadores en la investigación publicada en Science Advances
Para analizar este fenómeno, el equipo utilizó un modelo oceánico estándar al que incorporaron estimaciones de CO₂ correspondientes a los años 1800, 1994, 2004 y 2014. Se emplearon tres indicadores clave: concentraciones de protones, niveles de pH y estados de saturación de aragonito. Estas variables permitieron calcular la concentración de dióxido de carbono en diferentes profundidades y su evolución en el tiempo.
El modelo reveló que, para 2014, la acidificación había alcanzado una profundidad media de 1.000 metros, con variaciones regionales. En áreas de la corriente de retorno meridional del Atlántico, el fenómeno se extendió hasta los 1.500 metros debido a la agitación provocada por las corrientes oceánicas.
Los investigadores advirtieron que este avance hacia las profundidades tendrá consecuencias graves para la biodiversidad marina. “Los pterópodos están particularmente en riesgo, ya que sus caparazones de calcio se disuelven en aguas más ácidas”, señalaron Müller y Grube.
El modelo también destaca la conexión entre el ritmo de las emisiones y la rapidez con que la acidificación penetra en las capas profundas del océano. Los datos sugieren que, desde el inicio de la industrialización, la capacidad de los océanos para absorber CO₂ sin alterar su química se ha visto desbordada, algo que afecta no solo a especies superficiales como los corales, sino también a organismos que habitan en zonas abisales, siempre según los expertos.
Estos hallazgos reafirman la magnitud del impacto humano en los ecosistemas marinos y proporcionan una herramienta para proyectar escenarios futuros. De acuerdo a lo consignado en el estudio, comprender la dinámica de la acidificación a diferentes profundidades es crucial para anticipar sus efectos en especies sensibles, entre otras cosas.
Los resultados obtenidos reflejan cómo las variaciones regionales en corrientes y otros procesos oceánicos influyen en la dispersión de la acidificación. En áreas con menor agitación, la acidificación progresa a un ritmo más lento, lo que podría ofrecer zonas temporales de refugio para ciertas especies.
La simulación, basada en datos históricos y parámetros químicos clave, muestra que el avance de la acidificación está ligado a las emisiones acumuladas de dióxido de carbono. Este enfoque innovador podría ser utilizado para diseñar estrategias de mitigación específicas que consideren las particularidades de cada región oceánica. Los autores creen que sus proyecciones representan un paso importante para entender cómo las actividades humanas están reconfigurando la química de los océanos.