Un ecosistema es básicamente un área geográfica donde las plantas, los animales, seres vivos y organismos se relacionan en unas condiciones medioambientales determinadas. En cada uno de ellos existe una interdependencia, por lo que los componentes del mismo son imprescindibles para que se mantenga el equilibrio.
La Tierra alberga una gran cantidad de ecosistemas y es uno en sí misma. El término fue propuesto en 1935 por el zoólogo Arthur George Tansley y designa a un conjunto dinámico donde los organismos vivos interactúan entre sí y con su entorno.
Un ecosistema consta esencialmente de dos elementos. Un entorno, con sus características físicas específicas como el clima, el agua, la luz, la materia orgánica, que se denomina biotopo. Y, por otro lado, la biocenosis, que incluye a los seres vivos que tiene como hábitat el biotopo. Y que comprende plantas, animales y microorganismos.
Algunos son gigantes como los océanos o los bosques de la tundra. Pero un simple charco también contiene un pequeño mundo específico, en el que existe un frágil equilibrio ecosistémico. Se caracterizan por la interacción entre una flora y una fauna específicas con el medio y es el ecólogo (La persona experta en ecología) quien define los límites del que está estudiando, de acuerdo con las preguntas que se hace.
En el océano, por ejemplo, los depredadores superiores cazan a los inferiores. Las orcas se alimentan de focas, que a su vez cazan peces, que viven de atrapar plancton. Este último, especialmente el fitoplancton, es esencial para una buena oxigenación de las aguas. A esto se le llama cadena trófica. El equilibrio de esta biodiversidad es, por tanto, delicado y es un ejemplo claro del funcionamiento de la naturaleza.