En enero, la Ciudad inició la intervención sobre el Patio Andaluz con un criterio de restauración conservativa integral: se llevaron adelante tareas de limpieza y consolidación de superficies, y la recuperación de piezas decorativas como mayólicas, olambrillas, teselas y azulejos. Con la premisa de respetar el diseño, el patrón y la materialidad de los elementos originales, el proceso de restauración se apoyó en documentación gráfica y fotográfica, evitando intervenciones subjetivas.
“Tenemos más de 2 mil piezas de arte en el espacio público, y más allá de su origen son las que le dan identidad y carácter histórico a la Ciudad. No solo reparamos los daños físicos, sino que trabajamos con precisión y rigor para garantizar que cada pieza conserve su autenticidad histórica. Preservar el patrimonio tiene que ser un esfuerzo colectivo”, afirmó el ministro de Espacio Público e Higiene Urbana, Ignacio Baistrocchi.
Los trabajos incluyeron a la fuente central con su histórica dedicatoria, una fuente secundaria, ocho escaleras, la recuperación de los pisos que estaban hundidos y roturas, además de barandas, columnas de hierro y la pérgola, ocho bancos interiores, cuatro exteriores, y 12 bancos ubicados en los caminos y frente al lago.
El 13 de octubre se cumplieron 96 años de la inauguración del Patio Andaluz. Sin embargo, su origen se remonta a 1923, hace más de un siglo, cuando el entonces intendente Carlos Noel convocó al arquitecto y paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier, de destacada actuación previa en Sevilla, para asesorar a la municipalidad porteña sobre cómo mejorar sus espacios verdes. Entre las propuestas de Forestier figuraba la creación de un “jardín español” para el acceso al Rosedal.
De acuerdo con las crónicas de la época, en marzo de 1926 arribó al puerto de Buenos Aires el buque Mont Genèvre cargado con el primer envío de materiales destinados a la construcción del patio: eran 40 bultos con un peso total de 2.149 kilos que contenían columnas y herrajes de la futura glorieta, mientras que azulejos y mosaicos llegarían más tarde.
Los trabajos en el Parque 3 de Febrero estuvieron dirigidos por Carlos León Thays, hijo del paisajista y urbanista francés que se convirtió en una figura clave en el diseño de los espacios verdes de la Ciudad. Como titular de la Dirección General de Paseos, tuvo la tarea de amalgamar el proyecto original de Forestier con la glorieta donada por el Ayuntamiento de Sevilla.
